De elecciones y cambios
La democracia representativa nos
propone una vez más elecciones en nuestro lugar en el mundo, la vasta Argentina.
Afortunadamente llevamos muchos años de democracia, con sus altibajos, pero
democracia al fin. Ha pasado una década de un modelo de país, ganada para algunos
y perdida para otros. Lo cierto es que hay unos y otros; y el país esta
dicotomizado los hay K y anti K, los hay de la corpo y los de la campora, los de tn
y los de 678. Por mi parte, algo resuena en mi cabeza cuando hace unos meses
escuché a un periodista decir:
-En estas elecciones
tenemos que pensar si queremos un cambio de modelo o de forma.
Eso por un lado.
Por otro lado ayer vi una
película basada en una historia real llamada The Last King of Scotland (
2006) que cuenta la historia un joven médico escocés, Nicholas Garrigan, que desea ver el mundo y para ello viaja un país
en el corazón de África llamado Uganda. Al llegar, Nicholas se une a una pareja
de médicos que operan en un pequeño poblado ugandés, el cual está de fiesta
tras el derrocamiento del presidente de ese momento Milton Obote. Poco después,
el joven conocería al nuevo presidente Idi Amin y la trama sigue con la
amistad que se crea. El epílogo de la película muestra la verdadera cara de
Amin, la de un dictador que había acabado con más de 300.000 personas; la frase
final de la película dice; el día que lo derrocaron fué un día de fiesta.
Salvando las abismales distancias de los ejemplos: ¿Qué es lo que hace
que festejemos el cambio? ¿Qué cambios se festejan y que cambios se resisten?
¿Cómo saberlo?
En este punto creo que la resistencia
al cambio deviene del temor, temor a lo desconocido. Desconocido que en el
fondo se convierte en miedo a quedarnos solos. Miedo a estar fuera de la gran
mayoría, si esa mayoría está a favor de cambio probablemente no tengamos temor
y festejemos el cambio. Pero cuando no hay una gran mayoría, cuando todos están
expectantes…
Los grandes locos de la historia,
primero fueron cuestionados, apartados y después fueron entendidos, respetados
y homenajeados. Por citar algunos ejemplos Abraham Lincoln, John F.
Kennedy, John Lennon, nuestro “Che” Guevara, Martin Luther King, Víctor Jara, los
jóvenes de la Noche de los Lápices, los hijos de las Madres de plaza de
Mayo. Todos ellos se resistieron al cambio, no tuvieron miedo de seguir lo que
sus convicciones dictaron. Todos ellos “daban” miedo a las mayorías, todos
ellos fueron asesinados, todos ellos hoy son leyendas.
Como estudiante de ingeniería creo
que me compete citar en este punto a Galileo quien hizo públicos sus resultados aún
sabiendo que contradecir la teoría geocéntrica podría llevarle ante
la Inquisición por herejía. Y así fué. Poco antes de morir tuvo
que retractarse y negar la verdad para no acabar quemado en la hoguera. Dicen
algunos historiadores, que en voz baja, justo después de abjurar, murmuró
la famosa frase: “Eppur si muove” en español: “y sin embargo, se mueve”
(refiriéndose al movimiento de la Tierra alrededor del sol). Yo agregaría y sin
embargo, también, cambia.
Las ciudades cambian, los
gobiernos cambian, las cosas cambian, la tecnología, la cultura cambia,
nosotros cambiamos. Estamos en un momento de cambio de gobierno, probablemente
ante un cambio de modelo, tenemos que pensar que cambio queremos, cuales son
nuestros miedos, cuáles son nuestras convicciones y que cosas nos hacen falta
para enfrentar esos cambios.
Como
dijo alguien una vez: “En tiempos de cambios quienes estén abierto al
aprendizaje se adueñaran del futuro mientras que aquellos que creen saberlo
todo estarán bien equipados para un mundo que ya no existe”
Por mi parte ya empecé los
cambios, y el hecho que estés leyendo esto, implicó un cambio en mí, este blog
implica un aprendizaje. Y como aprendizaje espero tus comentarios, devoluciones,
sugerencias, opiniones políticas, opiniones técnicas, opiniones..
Nos mantenemos en contacto.
Cambio.
En la comunicación radiofónica
habían dos posiciones para la clavija una para que uno hable y otra para escuchar. Se decía
“cambio” para indicar el paso de la clavija, así el otro deja de escuchar para
ponerse a hablar.
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