Todos seremos ceniza Pujllay
Chaya una
joven india se enamoró de quien no tenía que enamorarse, Pujllay. La historia sigue con
un amor imposible que la envía a las montañas, y a él a la bohemia de
harapos, de chicha y soledad. Se dice que Pujllay murió por caer ebrio a una
fogata, y que Chaya vuelve convertida en nube para apagar el fuego.
Aún hoy en día,
en el noroeste de nuestro país, se escuchan a mediados de febrero las comparsas
en pos del Pujllay. La albahaca en rama golpea los rostros blanqueados por la
harina, y todos ríen y cantan al son del bombo y la música de Sergio
Galleguillo, viejos y jóvenes dan rienda suelta a la buena alegría. Llega Pujllay
en forma de muñeco en chistosa cabalgata, es el comienzo del carnaval, lo sigue
una multitud que ríe y canta en una neblina de harina, pintura y agua; mientras
beben y beben.
Cuando la
Chaya llega a su fin, con los ojos enrojecidos por el almidón y el desvelo, en
funeral de procesión, siguen los devotos del Pujllay al monigote, mientras se
prepara el hoyo que ha de servir para la fogata. Alguna vez fué fuego de carne
diaguita, hoy de un muñeco de paja, esta historia triste se vuelve a iluminar por las llamas de un trágico final, y que año tras años nos hace recordar precisamente
eso, el final.
Esta anormalidad
a la rutina que el carnaval riojano viene a ofrecernos, es una salida. Un anhelado
escape a nosotros mismos; donde la ropa no tiene que estar del todo limpia,
donde las personas no tienen que estar obligatoriamente sobrias, donde los
desamores no tienen que ser secretos, y donde el barro no necesariamente tiene
que estar en el suelo.
Los dioses,
los santos, las deidades, suelen tener un común denominador; pudieron parase
ante la vida y reclamar lo que les pertenecía, cuando no había más fuerzas,
cuando sintieron que todo estaba perdido y no se veía el escape; ellos son
quienes se encargan de darnos esa fuerza. Pujllay, por su parte, es un
personaje dicharachero que nos recuerda la humildad de sabernos limitados, de ser
mortales, del que fracasar es, a veces, también una opción.
Hay ciertas cosas en la vida que nos superan, hay montañas que son demasiado altas, hay amores que son demasiado imposibles; ¿Porque no celebrar esas cosas también?. Esa es la invitación. Todos seremos ceniza Pujllay, no estés triste.
Sergio Galleguillo - El camión de German
Hay ciertas cosas en la vida que nos superan, hay montañas que son demasiado altas, hay amores que son demasiado imposibles; ¿Porque no celebrar esas cosas también?. Esa es la invitación. Todos seremos ceniza Pujllay, no estés triste.
Sergio Galleguillo - El camión de German
Siento en el corazón tristeza y alegría .Pachamama soy tu hijo qué agradece tu bondad .el que al final de la vida .a tus brazos volverá .para ser Pujllay y cenizas. Eterno y en libertad....
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