De blanco a verde
Después de un año de ausencia, vuelvo a este pequeño
espacio, para no irme sin una despedida. A modo de presente a los más de mil lectores que tuvo este blog, les dejo un anécdota sobre paros, despidos y gremios.
Seguramente nos volveremos a cruzar, en esa
ancha vereda, que separa la calvicie de las excesivas pelucas.
Pablo
Cinco de enero de 2017
De blanco a verde
Como casi ingeniero, la oportunidad de trabajar
en una petrolera no es poca cosa; y más cuando pasaste por un proceso de
selección tan intenso. Un reclutamiento propio de la empresa de
servicios petroleros más grande del mundo.
Nos trajeron a Neuquén, nos dieron departamento,
obra social y algunas indicaciones para movernos por la ciudad. Llegamos como
pasantes de ingenieros a un mundo del que poco sabíamos. La mayoría prestados
de otras ramas, como yo, que soy del área Industrial.
Empezamos el New Employee Safety Training (NEST) en el salón de usos múltiples (SUM) de una importante base en la ciudad. El horario de esa primera semana era de 8:30 a 12, dos horas para comer y luego seguir con el curso hasta las 18.
Empezamos el New Employee Safety Training (NEST) en el salón de usos múltiples (SUM) de una importante base en la ciudad. El horario de esa primera semana era de 8:30 a 12, dos horas para comer y luego seguir con el curso hasta las 18.
El primer día una compañera nos comentó que
había un paro de 70 trabajadores de la empresa. Pero al poco rato dejamos el
tema de lado por que empezaba la clase:
– Chicos en este curso se van a ver temas que son
necesarios para que puedan ir a pozo. Van a ser cinco días de entrenamiento– dijo
el coordinador de HSE (Higiene y Seguridad)
Llegó el segundo día, esta vez nos pusimos de
acuerdo para comer barato. Estábamos armando nuestros sándwiches en las mismas
mesas del SUM, cuando llegaron once hombres con cascos blancos y uno de
chaquetilla. Sacaron una mesa de ping pong, que hasta ese momento no habíamos visto,
y se pusieron a jugar. Resultó ser un partido muy entretenido, un equipo de dos
viejos (como se le llama a los operarios de pozo independientemente de su edad)
eran prácticamente invencibles. Ningún otro equipo que se formó ese día pudo
derrotarlos. Entre los que jugaban, un viejo canoso de chaquetilla gris
resaltaba, no era viejo de pozo sino de la vida. Aparentemente trabajaba en el
sector limpieza y esa tarde, como casi todas, se hacía un tiempo para ir jugar
con los demás. Todos lo cargaban, se reían de él y su gracia para jugar; hasta
él mismo lo hacía. Nosotros desde la otra punta mirando como público de un
partido del que poco “entendíamos”.
Ese día echaron a diez personas.
Al tercer día, y como no éramos participes de los
partidos de ping pong, nos fuimos con los sándwiches al remolque-bar, donde
aparentemente también se podía comer. Lo habían traído del pozo a la base por la
baja en la actividad, pero principalmente para que los operarios no almorzaran
en el SUM. Creímos que estaba vacío, que éramos los primeros en entrar, pero, adentro del remolque, en una esquina sentado, estaba tomando mate un operario bien bien gordo:
–Buen día.
–Buen día chicos, cómo andan? Ustedes están
para las pasantías cierto?
–Si estamos en el curso de HSE. Y usted, en que
área está?
–Yo soy delegado gremial. Y manejo aquella máquina
que esta allá –hizo una pausa hasta que nos sentáramos y miremos en la
dirección que su gordo dedo apuntaba– a mí
me llaman a este celular cuando necesitan la grúa y yo voy. Igual yo hace poco
que estoy en la empresa, vengo de otra empresa que la compraron por la baja en
la actividad y me tomaron los años de antigüedad, sabían?
–Ah sí? Qué bueno!
–Sí, ya tengo once años de antigüedad acá y eso
que entré hace poco. Esta difícil la cosa, sabían? Hubo una gran reducción de
sueldos porque la gente ganaba muy bien cuando el barril de petróleo estaba
alto, ahora que bajó, las empresas tiene que reducir costos. Yo las entiendo a
las empresas, porque bueno, ya no hay tanto trabajo. Y no está bueno que mis compañeros
paren así por fuera del gremio, por que la empresa tiene una cartera de
abogados y puede iniciarles acciones legales, sabían?
–No me diga– Le dije y la charla se volvió algo personal
–Si– y agarró el yerbero– mire este es un pozo
petrolero y nadie puede pararlo porque eso sale mucha plata y más si el gremio
no los está apoyando. Pasa que yo como gremialista no puedo arriesgar el
trabajo de todos por unos pocos que no quieren que les bajen el sueldo. Tienen
que entender que ellos (las operadoras: YPF, Shell, etc) pueden comprar el
barril de petróleo a 35 dólares de Arabia y no producirlo acá que sale 70; y el
gobierno ya no quiere subsidiar la diferencia (precio internacional del barril ese
día era de 55 dólares) porque son muchos millones para pocas personas, que
somos los petroleros. Y vaya a decirle a los porteños que van a pagar más cara
la nafta para que no echen a los petroleros del sur. Que no vio a los
escribanos y a la policía que recién vino a sacar a unos compañeros de paro en el
fondo?
–No, no vi nada.
–Sí y bueno hay que adaptarse. Ustedes no digan
que son pasantes, a los viejos no les gusta que estén acá porque dicen que no
los terminaron de echar y ya contratan a gente nueva.
–Ah, pero nosotros venimos por dos meses nomás
–le dije-
–Claro, si yo entiendo a las empresas, hay que
reducir costos.
–Y si, supongo que sí.
–Pero no se confunda, nadie es imprescindible,
aquí uno es un número más. A mí me pueden echar mañana si quieren, pero me
tienen que pagar los once años de indemnización. Y además el doble de eso, por
ser delegado gremial, sabían?
En eso llegaron los demás. Un hombre preguntó
para qué área estábamos. Me dí cuenta que respiró aliviado cuando no dijimos en
la que él trabajaba. No nos preguntó más nada; ni de donde éramos, si nos había
gustado Neuquén, sí que tal nos parecía la comida. Nada, solo silencio hacia nosotros
y charla entre ellos. Volvimos al SUM.
El ping pong ya había terminado.
–Los cascos verdes son para empleados que
tienen menos de un año en la compañía. Es para facilitar la supervisión y para
que puedan preguntar todo lo que quieran – Dijo la mujer que dictaba el curso
ese día–
Ese día echaron a 40 personas más y nos dijeron
que no volviéramos a esa base al otro día, que iba a haber muchos más
telegramas de despidos y podía ser peligroso, así que seguiríamos el curso en
otra base.
Comprendí que el SUM
de ahora en más se usaría más para las capacitaciones NEST que para los
partidos de ping pong,
que por eso era tan
divertido intentar ganar a la pareja invencible del ping pong,
que el viejo de
limpieza era verdaderamente ajeno al problema,
que el gordito del gremio
seguirá allí sentado pasando sus mañanas tomando mates,
y que se comprarían
muchos cascos verdes.
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